viernes, 27 de abril de 2012

Veinticuatro Horas De La Vida De Una Mujer de Stefan Zweig


Veinticuatro Horas De La Vida De Una Mujer 
de  Stefan Zweig
Traduccion de Máximo Llorente
Prólogo de José Manuel Ripamonti
Renovacion - Buenos Aires - 1944
Tapa dura

¿Veinticuatro horas, un día, son suficientes para cambiar el devenir de toda una vida? Si le preguntáramos a Stefan Zweig (1881-1942) probablemente nos contestaría que sí. Pues ésa es la respuesta que parece desprenderse de su libro Veinticuatro horas en la vida de una mujer, una obrita que se bebe de un solo golpe, pero no por ello menos maravillosa.

Zweig no plantea más que un pequeño drama burgués. Un conjunto de huéspedes descansan pacíficamente en una pensión de la Riviera francesa y, de repente, una mañana una mujer, casada y con dos hijos, abandona a su familia por un joven al que acaba de conocer.
Pero, ¿cómo es posible que sin conocerlo apenas haya podido abandonar la serenidad y comodidad de su hogar por una simple aventura?, se preguntan este grupo de huéspedes bienpensante y, de manera precipitada, no pueden más que repudiar la conducta de la mujer con la que tan pacíficamente conversaban, reían y comían hasta hacía escasos días. Pero hay alguien, el narrador de la historia, que se opone a creer que esa mujer sea una desvergonzada. Para él un día es suficiente para conseguir amar a alguien. Y su defensa enardecida de la atrevida señora le granjeará las simpatías de una vieja dama inglesa. Ésta no será la pacífica dama que aparenta ser. Guarda desde hace años un secreto. Un día, en un casino de Montecarlo, conoció a un joven del que se enamoró perdidamente. Y quiso rescatarlo: él padecía una grave ludopatía…
Zweig nos presenta en esta obra un intenso retrato de la psicología humana. No en vano este autor dedicó parte de su producción a la composición de biografías de distintos personajes históricos (como la de María Antonieta o la de Paul Verlaine). Es capaz como nadie no sólo de destapar los tabúes y falsos prejuicios de la sociedad burguesa de principios del siglo XX, sino también de desentrañar la ferocidad, la crudeza que se esconde detrás de una persona adicta al juego. Él tenía experiencia en desentrañar los misterios de la naturaleza humana: también escribió otra obra donde, de alguna manera, exploraba la descomposición del espíritu humano titulada La lucha contra el demonio: Holderlin Kleist, Nietzsche. Así, Zweig nos presenta una interesante reflexión sobre la ludopatía, no tanto desde un punto de vista clínico, pero sí desde un punto de vista literario. Ya Fiódor Dostoievski había relatado su propia experiencia personal con la ludopatía en El jugador. Pero en Veinticuatro horas en la vida de una mujer, Zweig nos muestra una realidad profunda: el juego patológico se convierte en una enfermedad que nos impide ser liberados. Que saca lo peor de nosotros mismos. Donde ni siquiera el amor es suficiente para rescatarnos… (FUENTE)




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