La Leyenda del Santo Bebedor
de Joseph Roth
Prologo de Carlos Barral
Anagrama - España - 1985
Si hubiera que ponerle a Joseph Roth un epitafio, creo acertado dejar un ejemplar de “La leyenda del Santo Bebedor” junto a sus restos, pues esta breve novela ilustra a la perfección el sentir del autor en sus últimos días, más lúcido que nunca, más borracho que nunca.
Esta corta pieza es la historia de Andreas, un Clochard, vagabundo, de orígen polaco, en París en la primavera de 1939. De vida abandonada al alcohol recibe la visita de un caballero devoto de Santa Teresa de Lisieux, hombre que le presta 200 Francos a cambio que se los devuelva a la Santa, en una iglesia. Obrado el milagro, sólo le queda devolver la suma de dinero, pues por encima de todo es un hombre de Honor, pero verá que no es sencillo, al menos no en este mundo.
Roth se autoretrata en este Clochard, venido de las provincias orientales del extinto Imperio Austro-húngaro, hombre de Honor- aquel era un mundo de Honor en el que la palabra valía-, bebedor insaciable, propio del que no soporta más la visión si no es con las lentes del vino.
Es una historia de milagros, sucesivos, sorprendentes e inexistentes, pues todo ocurre en la maltrecha mente del que lo ha dejado todo atrás y no tiene motivos para mirar hacia delante.
Roth falleció esa primavera de 1939. Espero que lo hiciera habiendo encontrado a su Santa particular, y lo hiciera de manera liviana y hermosa, tal y como lo hizo Andreas.
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