BEAU GESTE
por P. C. Wren
Editorial Juventud - 1940
TAPA DURA EN BORDO CON CUBRESOLAPA ILUSTRADA
Existen varios motivos por los que recomendar esta obra maestra. El principal de ellos posiblemente sea el sentimiento tan placentero que genera, resultado de su bondadosa visión del ser humano. Beau Geste es, sobre todo, una novela francamente optimista, a pesar de su desalentador trasfondo.
Clásico no es aquel libro que deja desconcertado al lector porque no ha entendido nada; no es tampoco el título que le sume en un aburrimiento soporífero: clásico es el libro que consigue hacerse inolvidable, por una razón u otra, en su pensamiento.Fantasymundo me ha ofrecido la posibilidad de tratar algún que otro ejemplo sintomático, pero mi espíritu inconformista me ha llevado a abusar reiteradamente de la confianza en mí depositada para seguir patrocinando otros muchos. El caso que ahora nos ocupa es particularmente representativo. Dentro del amplísimo repertorio de que se compone el género aventurero, me he decantado por una de esas novelas que figura siempre en todas las ternas pero que suele acabar, de forma incomprensible, ubicada en un segundo plano: “Beau Geste” (Valdemar), del inglés Percival Christopher Wren(1885- 1941). Existen varios motivos por los que recomendar esta obra maestra. El principal de ellos posiblemente sea el sentimiento tan placentero que genera, resultado de su bondadosa visión del ser humano. Beau Geste es, sobre todo, una novela francamente optimista, a pesar de su desalentador trasfondo. Es, también, una fabulosa historia sobre el compañerismo, la amistad y la solidaridad. Sus tres protagonistas principales, los hermanos Geste, Michael (Beau), Digby y John, son la representación de la irracionalidad humana, del impulso y la curiosidad que cimentan todo afán aventurero. Ellos son los que hacen de la Aventura (así, con mayúsculas) un sentimiento antes que una condición: ésta no existe en nuestros actos, sino en nuestros corazones y, por extensión, en nuestra mente. La Aventura es un estado de ánimo que puede aflorar en las más adversas circunstancias. El lector es guiado con humildad y aplomo por entre las ruinas del fuerte de Zinderneuf(Nigeria), prodigioso escenario que ya ha entrado en la galería de los pintorescos paisajes literarios, como Ruritania, como Nunca Jamás, para seguir los pasos de tres jóvenes considerados amigos antes que parientes. Es un paraje inhóspito y salvaje este que se yergue en mitad del Sáhara, donde las dunas, la desesperación, le cafard (la locura del desierto ante la inactividad expectante) y la muerte acechan desafiantes, entremezclándose en el Destino de los hombres y dictando su particular ley a todos aquéllos que han decidido enfrentársele. Ahí no eres nadie, sólo una mácula intrascendente e insignificante en los senderos trazados por la despiadada e indómita Diosa Naturaleza. Allí, el hombre vuelve a sus orígenes, se brutaliza, comete los actos más depravados, distante y resguardado de la ineficaz justicia humana. La corrupción se asocia con el salvajismo, engrasando una maquinaria decrépita que forma ya parte integrante del mustio y descorazonador paisaje. En este trance, cada uno sobrevive como puede. Formando parte del “sistema” o desvinculándose de él, bien por indolencia, bien por abierta oposición, postura que deciden hacer suya los tres hermanos y sus compinches americanos, Hank y Buddy, estereotipos de la más rabiosa amistad, leales y fiables, sin más objetivo que el otro y sin más meta que una buena compañía. Relato de los extraños sucesos acaecidos en el fuerte fantasma de Zinderneuf, donde los muertos saludan a los vivos con salvas de fusil Los tres Geste se han enrolado - ejerciendo de trasuntos de su creador, P. C. Wren- en la Legión Extranjera Francesa, que los ha acogido como voluntarios por un sueldo miserable y con nulas posibilidades de promoción. En su huida hacia adelante, ésa ha sido la determinación que han seguido para escapar de un trágico suceso que destruyó su feliz e idílica infancia, la desaparición de la joya “El Agua Azul”, cuyo robo levantó un infranqueable e insalvable muro de suspicacias y sospechas.La infancia es la primera etapa de la Aventura que nos quiere contar Wren: en este periodo, van a convivir seis amigos (además de los tres hermanos hay que añadir a Isobel, Claudia yAugustus) que participan del mundo edificado en sus juegos. Es una parte sumamente melancólica, onírica, idealizada, cuyo peso en la narración es capital. Veremos cómo muchos de los comportamientos de los tres camaradas en Zinderneuf, incluso en situaciones puntuales de defensa de su propia vida, son un reflejo de las acciones realizadas durante esos dulces momentos de ingenuidad. Wren tira de la abstracción mental para defender hasta donde puede a sus criaturas de las maldades del mezquino mundo en el que viven, intentando dulcificar la fatalidad que les ronda y que, al final, acabará por imponerse sobre ellos. Su lucha contra la adversidad les deja exhaustos ante la lección más importante que aprenderán a fuerza de sufrimientos: la desgracia es, como la muerte, algo inevitable en el ser humano y, como ésta, no entiende de bondades ni de riquezas. La novela está narrada en forma de primoroso flashback, que inicia el mayor del Regimiento de Espahís, Henri de Beaujoais, en la mansión de Brandon Abbas, propiedad de Patricia Brandon, preceptora y responsable de las correrías de infancia de los niños que alcanzan atropelladamente su madurez al tomar conciencia del mundo exterior. Ya han perdido el candor y han abandonado los juegos, son entes con responsabilidades a los que unen poderosamente los lazos de su pasado común. La narración del Mayor vertebra la novela, dejando para la posteridad una de las más altas cumbres de toda la literatura, el relato de los extraños sucesos acaecidos en el fuerte fantasma de Zinderneuf, donde los muertos saludan a los vivos con salvas de fusil, donde la muerte hace distinciones entre sus acólitos, garantizándoles a unos un sufrimiento máximo y a otros, un final dulce, y donde los cornetas enviados de avanzadilla desaparecen en el fuerte embrujado sin dejar rastro. Un misterio que no es tal, como se presume, pero que entra, por derecho propio, en el imperecedero panteón de los clásicos, debido a su ágil presentación y a su excelsa resolución. Beau Geste no es una novela para realistas. Sólo quien posea el envidiable talento para soñar despierto podrá disfrutarla en su inmensidad y contagiarse de ese irreflexivo deseo por vivir aventuras. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario