Memorias
de Paco Jamandreu
Ediciones de la Flor - Argentina - 1976
Había una vez, un país encantado, con castillos de pasamanería, campos de chinz, cielos de brocato.
Tenía calles tapizadas en petite-point, ventanas de cretona, puertas de soie sauvage. Era un reino con animalitos de peluche, mariposas de revista de manualidades, gente como bellos maniquies de vidriera y un cielo fabuloso, un cielo azul, de azul terciopelo, que por las noches se llenaba de estrellas, de estrellas de strass.
A este reino acudían anónimos y famosos, ricos y no tan ricos, carrozas atestadas de diamantes, excéntricas beldades, personajes ambiguos, y concurría también la gente del lugar para admirar tanto esplendor, para soñar que un día todos ellos serían ricos y bellos y famosos. En este país, había un rey, siempre el mismo pero distinto, que ganaba muchísimo dinero y era amado por la mayoría. Su trabajo consistía en deslumbrar, en mudarse a sí mismo, en dejar boquiabiertos a pobladores y visitantes. Este reino singular existe todavía y no está lejos. Su rey indiscutido se llama Paco Jamandreu. De sus habitantes, que exhiben frente a él sus costados más íntimos y recónditos, este sería un breve censo: Libertad Lamarque y sus arrebatos, la dulzura de Fanny Navarro, Eva Perón fuera del balcón, Isabel Sarli toda entera. Como marco, el incomprendido mundo del varón homosexual argentino.
Alicia Gallotti.
Tenía calles tapizadas en petite-point, ventanas de cretona, puertas de soie sauvage. Era un reino con animalitos de peluche, mariposas de revista de manualidades, gente como bellos maniquies de vidriera y un cielo fabuloso, un cielo azul, de azul terciopelo, que por las noches se llenaba de estrellas, de estrellas de strass.
A este reino acudían anónimos y famosos, ricos y no tan ricos, carrozas atestadas de diamantes, excéntricas beldades, personajes ambiguos, y concurría también la gente del lugar para admirar tanto esplendor, para soñar que un día todos ellos serían ricos y bellos y famosos. En este país, había un rey, siempre el mismo pero distinto, que ganaba muchísimo dinero y era amado por la mayoría. Su trabajo consistía en deslumbrar, en mudarse a sí mismo, en dejar boquiabiertos a pobladores y visitantes. Este reino singular existe todavía y no está lejos. Su rey indiscutido se llama Paco Jamandreu. De sus habitantes, que exhiben frente a él sus costados más íntimos y recónditos, este sería un breve censo: Libertad Lamarque y sus arrebatos, la dulzura de Fanny Navarro, Eva Perón fuera del balcón, Isabel Sarli toda entera. Como marco, el incomprendido mundo del varón homosexual argentino.
Alicia Gallotti.
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