Todo Puede Ser Peor
de Osvaldo Seiguerman
Ediciones de la Flor - Argentina - 1973
Los fusilamientos de junio del 56 cierran esta áspera novela de Osvaldo Seiguerman.
Ruiz, el fusilado, es un burócrata inofensivo, un "humillado y ofendido". Nunca ha sido nada, en nada se ha comprometido. Pero los fusiladores vienen a buscarlo mientras escucha una pelea transmitida desde el Luna Park.
Esta muerte fortuita sintetiza trágicamente la realidad: más allá del miedo o de la voluntad de los hombres, los hechos asumen siempre su violento papel de Destino.
Tambien Antonio Carnavale, el protagonista, se inflige a sí mismo la muerte. Aunque siga aparentemente vivo, "haciendo los mismos gestos y pronunciando las mismas palabras todos los días". Su minucioso intento de es tafa para escapar de "la vida turra"; su fracaso conyugal, que él mismo acelera con una obstinación agónica; sus devaneos sexuales, los melancólicos regresos de su memoria a un pasado que es sólo eso: pasado, son otra clase de fusilamiento. De autofusilamiento.
Esta despiadada colisión de los personajes con la realidad determina los distintos planos en que se desarrolla la novela. Por un lado descarnado realismo; por otro, morosas recurrencias de la memoria y la imaginación poética. Una continua superposición entre la subjetividad del protagonista y su vivencia exterior transmite vigorosamente su desgarramiento entre fantasía y cotidianeidad, entre el pasado y el presente, entre la desesperación y la evasión.
Ruiz, el fusilado, es un burócrata inofensivo, un "humillado y ofendido". Nunca ha sido nada, en nada se ha comprometido. Pero los fusiladores vienen a buscarlo mientras escucha una pelea transmitida desde el Luna Park.
Esta muerte fortuita sintetiza trágicamente la realidad: más allá del miedo o de la voluntad de los hombres, los hechos asumen siempre su violento papel de Destino.
Tambien Antonio Carnavale, el protagonista, se inflige a sí mismo la muerte. Aunque siga aparentemente vivo, "haciendo los mismos gestos y pronunciando las mismas palabras todos los días". Su minucioso intento de es tafa para escapar de "la vida turra"; su fracaso conyugal, que él mismo acelera con una obstinación agónica; sus devaneos sexuales, los melancólicos regresos de su memoria a un pasado que es sólo eso: pasado, son otra clase de fusilamiento. De autofusilamiento.
Esta despiadada colisión de los personajes con la realidad determina los distintos planos en que se desarrolla la novela. Por un lado descarnado realismo; por otro, morosas recurrencias de la memoria y la imaginación poética. Una continua superposición entre la subjetividad del protagonista y su vivencia exterior transmite vigorosamente su desgarramiento entre fantasía y cotidianeidad, entre el pasado y el presente, entre la desesperación y la evasión.
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