martes, 29 de octubre de 2013

La raza de Santiago Llach

La raza
de Santiago Llach 
Siesta - Argentina - 1998

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Los Mickey
¿Qué hacemos con el Gordo Lezama?
Es un impresentable.
Roberto Ferro

La de pelo violeta, esa chupapija.
La de la tele.
Tiene puesta
una remerita de Mickey.
Yo fui un Mickey. Entre tantos forros que hay,
lo más forro de lo más forro
son los forros que formaron parte de los Mickey
y hoy venden tablas de windsurf o, mucho peor,
van a la mañana
a trabajar en los mismos vagones
donde antes fueron reyes.
Los Mickey hicimos historia, y yo reclamo mi parte.
El gordo Manfre dice que fue en el ochenta,
pero para mí fue un par de años
antes, para el Mundial. La cosa empezó la noche
que mi abuela vino de Brasil,
me acuerdo bien, con 20 remeras y veinte buzos
Hering
estampados
con la figura del Mickey Mouse, para vender. Era un viernes.
Esa noche salimos a cazar negros
cerca de la villa del Bajo.
Le dimos paliza a una parejita de quince.
Me acuerdo bien
porque fue la primera vez que probé culo.

El forro de Méndez, un fideo,
un pibe que iba conmigo al San Juan,
sacó un artículo en el diario, dijo
que éramos buches de los verdes, de los de azul.
"La parte menos iluminada del arco",
era el título.
Nada que ver, teníamos
dieciocho años, y los viejos de todos,
el Gordo Manfre, Moyano, el Negro Cavanagh,
estaban forrados.
Mi abuela importaba ropa,
hacía negocios pedorros, pero las remeras que trajo
esa noche de Brasil nunca las vendió,
nunca las vendió. También me trajo una toalla
del Gremio F.C., que anda por ahí.
El único
que sacó provecho
de haber estado en los Mickey
fue el Gordo Manfre, el que le
arrancó la oreja
al Tío Charlito.
Cuando paramos cuando paramos
el Gordo y Pereyra se quedaron
con la zona del bajo,
gracias a los Mickey, justo cuando
la cosa empezó a mover,
por el ocho dos, ocho tres.
Cuando dejamos
de vernos, cuando dejamos
de vernos el Gordo
mandaba ladrillitos en bolsas
marrones con un jujeño, un negro
que se los dejaba a mi abuela.
Si tengo que decir la verdad, más allá
mucha bola el Gordo Manfre no me dio.
Dos meses después se tomó el palo, supe.
A Luxemburgo. ¿Qué puedo decir?
Hace poco fui al cóctel
por el cien aniversario
de la fundación de mi colegio.
Un día voy a escribir
la historia de los Mickey,
pero ahora no. Ahora no puedo, aparte
me estoy quedando un poco azul.

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