La Expedicion De Los Diez Mil (Anabasis) de Jenofonte

La Expedicion De Los Diez Mil (Anabasis)
de Jenofonte
Espasa-Calpe - Argentina - 1950

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La expedición de los Diez Mil: el triunfo del valor
Diez mil mercenarios griegos acudieron al llamado del botín y lograron la victoria para Ciro el Joven, en lucha contra el rey de Persia, su hermano. Pero Ciro murió, y los griegos tuvieron que volver a su patria en una odisea tan terrible como célebre.

En la Anábasis, o Expedición de los Diez Mil, el historiador griego Jenofonte relata una empresa militar singular, que llevó a unos doce mil combatientes griegos en un largo periplo por el Próximo Oriente, rodeando toda la Anatolia e Iraq. La aventura, que duró algo más de un año (401-400 a.C.), no tuvo ninguna trascendencia política. A diferencia de las victorias helenas contra los persas a principios del siglo V, o de las campañas de conquista de Alejandro Magno, los griegos no obtuvieron ninguna ganancia, y la situación quedó tal como estaba. Pero gracias al relato de Jenofonte en uno de los libros de historia más leídos de la Antigüedad, la «anábasis» se ha recordado siempre como una de las gestas más extraordinarias de la Grecia clásica, en la que brillan en todo su esplendor las cualidades más eminentes de aquella civilización. 
En su origen la expedición constituyó una típica empresa de los ejércitos mercenarios griegos, muy valorados en el Imperio persa por su habilidad estratégica y su valor en el combate. En esta ocasión, fue un príncipe de la casa real persa, Ciro el Joven, el que los llamó para sublevarse contra su hermano Artajerjes, soberano del Imperio. Los hoplitas griegos, venidos de todas las regiones de Grecia, atravesaron todo el sur de Anatolia hasta llegar al campo de batalla en Mesopotamia junto a las demás tropas de Ciro. En el combate lograron romper las líneas del enemigo, pero la inesperada muerte del propio Ciro los puso en una situación muy comprometida. Cualquier acuerdo con el soberano persa les ofrecía pocas garantías, como demostró el asesinato de varios generales y capitanes griegos a manos de un sátrapa que los había invitado a negociar. La opción que tomaron, por consejo de Jenofonte, protagonista él mismo de la aventura, fue una larga retirada remontando el curso del Tigris y siguiendo la costa norte de Anatolia. Sin dejar de ser acosados por Artajerjes y sus sátrapas, los griegos lograron su objetivo de salvarse. Cuando llegaron a la vista del mar, habiendo dejado atrás los valles y llanuras inhóspitas del Imperio persa, un grito de júbilo se propagó entre la tropa, tal como relata Jenofonte en páginas de emocionante naturalidad.