jueves, 3 de septiembre de 2009

Libros de FRIEDRICH NIETZCHE


HUMANO MAS QUE HUMANO de Friedrich Nietzsche
Estudio, notas y traduccion Sergio Albano
Gradifco - 2007 - LIBRO NUEVO -
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El 30 de abril de 1876, Malwida von Meysemburg, invita a Nietzsche a pasar un año en Italia. Nietzsche, aludiendo problemas de salud y necesidades de investigación, solicita una año sabático a la Universidad de Basilea. En septiembre de 1876 emprende viaje, junto a Paul Rée, hacia Génova. Desde allí, los dos amigos y Albert Brenner, se dirigen hacia Nápoles. Al final, tanto Nietzsche, como Malwida, Brenner y Rée, deciden hospedarse en Sorrento [lugar de la foto] en la ya famosa Villa Rubinacci. En Sorrento, Nietzsche, decide tomar el aforismo como medio de expresión literaria. Alli medita y elabora, en su cuaderno de notas, la mayoría de los aforismos que se nos muestran en Humano, demasiado humano. En esta obra, mitad de ruptura y mitad de iniciación, Nietzsche, decide romper con la metafísica de Schopenhauer y con el romanticismo de Wagner para dar entrada a nuevos espíritus libres, al modo de Voltaire, que le ayuden a descubrir y dar salida al mundo que Nietzsche percibe llevar dentro. Con la publicación de Humano, demasiado humano, Nietzsche, deja de ser un panegirísta, al modo que se nos muestra en el Nacimiento de la tragedia, para convertirse en un denunciante. Ello le llevará al repudio de los Wagner que le tachan de traidor. Y es que Nietzsche ha decidido, con Humano, demasiado humano, denunciar el idealismo de las buenas formas y modales, con que sus contemporaneos se acomodaban a la realidad, y clamar con fuerza que tal idealismo le es ajeno y que en dónde los demás ven cosas ideales, él ve sólo lo humano ¡Si, sólo demasiado humano!. Pero con esta obra, Nietzsche, no sólo conmueve los cimientos del convencionalismo social de su tiempo sino que ataca tambien sus valores fundamentales e intenta derribarlos. Por ejemplo, en los tres primeros capítulos De las cosas primeras y últimas, Para la historia de los sentimientos morales y La vida religiosa, Nietzsche, no solamente examina criticamente, sino que intenta tambien derrumbar las convecciones morales y religiosas de su época. No es de extrañar, por tanto, que, en este caso, decida colocarse, como máscara, la de un león depredador del desierto que vaga cruel y deseoso, ya en esta época, de llevar a cabo una inversión de valores, o, al menos, realizar tal grado de depredación que quede asi el camino abierto para los espíritus libres del mañana. Una pregunta inquietante surge ahora: ¿Ha llegado ya ese mañana? ¿Dónde los espíritus libres?
EL CREPUSCULO DE LOS IDOLOS de Fredrich Nietzsche
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Este escrito, que no llega siquiera a las ciento cincuenta páginas, de tono alegre y fatal, un demonio que ríe, - obra de tan pocos días que vacilo en decir su número, es la excepción en absoluto entre libros: no hay nada más sustancioso, más independiente, más demoledor, - más malvado. Si alguien quiere formarse brevemente una idea de cómo, antes de mí, todo se hallaba cabeza abajo, empiece por este escrito. Lo que en el título se denomina ídolo es sencillamente lo que hasta ahora fue llamado verdad. Crepúsculo de los ídolos, dicho claramente: la vieja verdad se acerca a su final.
No existe ninguna realidad, ninguna «idealidad» que no sea tocada en este escrito (- tocada: ¡qué eufemismo tan circunspecto!...). No sólo los ídolos eternos, también los más recientes, en consecuencia los más seniles. Las «ideas modernas», por ejemplo. Un gran viento sopla entre los árboles y por todas partes caen al suelo frutos - verdades. Hay en ello el derroche propio de un otoño demasiado rico: se tropieza con verdades, incluso se aplasta alguna de ellas con los pies, - hay demasiadas... Pero lo que se acaba por coger en las manos no es ya nada problemático, son decisiones. Yo soy el primero en tener en mis manos el metro para medir «verdades», yo soy el primero que puedo decidir. Como si en mí hubiese surgido una segunda conciencia, como si en mí «la voluntad» hubiera encendido una luz sobre la pendiente por la que hasta ahora se descendía... La pendiente, se la llamaba el camino hacia la «verdad». Ha acabado todo «impulso oscuro», precisamente el hombre bueno era el que menos conciencia tenía del camino recto. Y con toda seriedad, nadie conocía antes de mí el camino recto, el camino hacia arriba: sólo a partir de mí hay de nuevo esperanzas, tareas, caminos que trazar a la cultura - yo soy su alegre mensajero... Cabalmente por ello soy también un destino.-- (NIETZSCHE)

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