jueves, 11 de diciembre de 2014

Cosecha Roja: La novela maldita de Hammett

Cosecha roja de Dashiell Hammett
Prologo de Luis Cernuda
Traductor: Fernando Calleja
Alianza Editorial - Argentina - 1991

A la venta en http://www.ayconstanza.com/literatura-universal/cosecha-roja-de-dashiell-hammett-prologo-de-luis-cernuda/



La novela maldita de Hammett
por: Abel Grau



Si existe una novela maldita de Dashiell Hammett, esa es Cosecha roja. A pesar de ser uno de los títulos pioneros del género negro, con su detective rocoso y su femme fatale, su realismo sórdido y su corrosiva carga contra la corrupción, nunca ha sido llevada al cine. La novela, que se acaba de publicar en una nueva traducción al castellano en el volumen Todos los casos del agente de la Continental (RBA), es la única de sus cuatro grandes que carece de película, aunque es pura carne de celuloide. Y para probarlo ahí están las dos enormes películas en las que palpita su espíritu: Yojimbo, de Kurosawa, con su samurái indestructible que limpia de bandas criminales un pueblo del Japón decimonónico, y Por un puñado de dólares, de Leone, donde el cowboy Eastwood hace lo propio en un polvoriento villorrio del Oeste mexicano. Nadie, sin embargo, se ha atrevido con la historia original y esa condena oficiosa ha rodeado a Cosecha roja de un aura de obra de culto.


Según cuentan los expertos, la maldición de Cosecha roja empezó muy pronto. Poco después de su publicación, en 1929, el superproductor David O. Selznick compró los derechos y le encargó el guión al prestigioso Ben Hecht. Pero cuando el estudio se fijó en el veneno que supuraba el relato, se echó atrás. Al parecer no les gustó nada esa historia con grandes empresarios que compran a senadores y congresistas, que acumulan medios de comunicación y que contratan matones para reventar protestas sindicales. Por no hablar de la decena de muertos que caen abatidos a tiros entre sus páginas. Así que rescribieron el libreto y lo dejaron en una comedia (!) con poco que ver con el original. Ellos se lo perdieron, porque Cosecha roja es un hito literario que fijó las señas de identidad del género: su atmósfera, sus personajes y su estilo, como recuerda Eduardo Iriarte, traductor de la nueva edición. “Es uno de los títulos fundacionales del género”.


Las otras tres grandes novelas de Hammett no tuvieron esos problemas (La maldición de los Dain ocupa un lugar menor). La adaptación de El halcón maltés, dirigida por John Huston en 1941 con un reparto difícil de repetir, fue un taquillazo; y en la década anterior, El hombre delgado triunfó y dio lugar a varias secuelas, y La llave de cristal (esa estupenda reflexión sobre si es posible la amistad en el inframundo del hampa) fue llevada al cine dos veces, y más tardé influyó en la citada Yojimbo (reversionada en Por un puñado de dólares y El último hombre) y en la muy negra Muerte entre las flores, de los hermanos Coen. Pero la primera novela de Hammett sigue resistiéndose.

Cosecha roja era la confirmación de lo que el autor, exdetective de la agencia Pinkerton, había ido puliendo en sus relatos de la revista pulp Black Mask. Esos textos suponían un distanciamiento respecto a la tradicional novela de detectives. Ahora la resolución del misterio dejaba de ser la cuestión central para dar entrada a la crítica social o la indagación moral más turbia. En esta novela, que es la suma (fix-up) de varios relatos, Hammett exhibe “su tesón para ir desenterrando la corrupción y adentrándose en las entrañas de la sociedad”, añade Iriarte. Lo resumió bien el periodista estadounidense Allen Barra en Salon. “En la novela policiaca, resolver el misterio nunca es completamente el objetivo; es un género mucho más inquietante que todo lo que se pueda imaginar en el mundo de Sherlock Holmes; porque en el mundo real, como sabemos, la responsabilidad del crimen se extiende tan lejos en la sociedad que nadie está libre de culpa. No existe ningún final nítido que nos haga sentir que el bien ha triunfado sobre el mal”.


En ese ambiente de claroscuros morales nace un personaje como el detective sin nombre de Cosecha roja, un tipo bajo, rechoncho y de mediana edad; un lobo solitario y cínico, de vuelta de mil casos y emocionalmente impermeable, cien por cien pedernal. Como Sam Spade, es el antihéroe de los bajos fondos que Hammett legó como eterno protagonista del noir. Según Iriarte- “Hammett creó un arquetipo de investigador moralmente comprometido con la trama y sumamente realista en sus procedimientos”. Unos métodos que el autor conocía de primera mano y que transformó en literatura. Su detective "nos relata tanto las líneas de investigación que dan fruto como las que quedan abortadas, lo que hace que la intriga resulte mucho más verosímil, y nos permite experimentar las dificultades, la frustración y, a la postre, la agridulce satisfacción del protagonista”.



La otra gran innovación de Hammett fue el estilo. “Las frases breves y contundentes, despojadas de adornos innecesarios, la habilidad para describir una situación o un personaje con cuatro pinceladas”, enumera Iriarte, que con esta nueva versión recupera la frescura del original (la versión más popular hasta ahora, de Fernando Calleja, data de hace más de treinta años). El traductor destaca de Hammett que “su capacidad de síntesis y su tono descreído sin caer en la melancolía, crítico sin incurrir en el sermoneo; se han convertido en un modelo a seguir para novelistas actuales”. Así construye la personalidad de un tipo granítico capaz de soltar lindezas de este calibre: "Tenía todo el aspecto de estar diciendo la verdad, aunque con las mujeres, sobre todo las mujeres de ojos azules, eso no siempre significa mucho". El muy selecto André Gide consideraba Cosecha roja la mejor novela de Hammett. “Esos diálogos, conducidos con mano maestra, son cosa para enfrentarla con Hemingway y hasta con Faulkner; todo el relato mismo de una habilidad y un cinismo implacables... En ese género particular es lo más notable que he leído", escribió en el novelista francés.


Cosecha roja es la historia de un detective anónimo de una agencia nacional que llega a Personville (conocida como Poisonville, ciudad envenenada), una pequeña localidad minera atenazada por bandas de gánsters y podrida de corrupción hasta el tuétano. Un poderoso empresario local, amo de facto de Poisonville, que mantiene untados a políticos, periodistas y policías, siente amenazado su poder por líderes rivales y decide contratar al sabueso por un buen puñado de dólares para que limpie la ciudad. Así que el agente se plantea una limpieza a fondo. "Ahora voy a pasármelo en grande. Tengo 10.000 dólares suyos para correrme una buena juerga. Voy a usarlos para abrir Poisonville en canal desde la nuez hasta los tobillos". Su método: desatar una guerra entre facciones criminales que acabe con la destrucción mutua total. Incluso él mismo se ve arrastrado al salvaje despliegue de violencia. El título de la novela da una idea del resultado.




Esta nueva traducción de Cosecha roja, presentada en un grueso volumen que reúne todos los casos del agente de la agencia Continental (como la novela La maldición de los Dain, considerada menor), se añade a lo que parece un revival hammettiano. Recientemente se han publicado el volumen Todos los casos de Sam Spade (RBA) e Interrogatorios (Errata Naturae), que recupera los testimonios del autor durante la Caza de brujas, donde se negó una y otra vez a delatar a otros (aun a costa de la cárcel). Y el próximo capítulo parece que será en el cine. El actor Johnny Depp y el cineasta Rob Marshall planean adaptar la novela El hombre delgado, protagonizada por el matrimonio Nick y Nora Charles, dos sofisticados e implacables detectives expertos en chistes y martinis. Depp se reserva el papel de Nick y por el de Nora compiten Rachel Weisz, Emily Blunt, Amy Adams y Kristen Wiig, entre otras. En caso de que la idea se concrete, la película podría suscitar un renovado interés por Hammett y -quién sabe- hasta podría ser que algún productor se acordase de Cosecha roja.

Fuente: http://blogs.elpais.com/papeles-perdidos/2012/04/la-novela-maldita-de-hammett-en-el-cine.html

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Las enigmáticas fotografías de Horacio Quiroga en 1903

1904. | El Imperio Jesuítico, base de la investigación
del primer viaje de Quiroga.
El Imperio Jesuítico, obra de Leopoldo Lugones, revela pormenores que reivindican el trabajo del fotógrafo. San Ignacio, excluido.


POSADAS.  
Horacio Quiroga aprendió los secretos de la toma y el revelado fotográfico en la Escuela Politécnica a la que asistió durante su adolescencia en Salto, su ciudad natal. Esos conocimientos serían el argumento de Leopoldo Lugones para invitarlo a que lo acompañara en misión oficial a las ruinas de las reducciones jesuíticas, en junio de 1903. Ese viaje, considerado iniciático en el vínculo del cuentista con la selva, guarda aspectos pocos conocidos de su paso por Misiones. 
Para esta investigación Letras consultó en la Biblioteca Popular Posadas, el ejemplar de edición princeps, en perfecto estado.

De Memoria a Ensayo
El Imperio Jesuítico es un ensayo histórico de 300 páginas publicado en mayo de 1904 por la Compañía Sudamericana de Billetes de Banco, en Buenos Aires.  
Un año antes, se le había encargado a Lugones, por decreto,   la redacción de una Memoria, pero los datos recogidos sobre el terreno y la bibliografía consultada ampliaron el proyecto, y como en todo ensayo concurren en el mismo, descripciones geográficas y arqueológicas, seguidas de una apreciación crítica del fenómeno jesuítico.

Contexto de un amistad
Según cronología de Masotta y Laforgue la relación Lugones-Quiroga databa de 1898, se visitaron en el 99. En el 1900 Quiroga viajó a París. En 1901 le dedica Arrecifes de coral y se encuentran en Montevideo. En 1903 viajan a Misiones, y al año siguiente Quiroga se insatala en el Chaco. Durante 1905 frecuenta a Lugones, quien en 1906 lo propone como profesor de Castellano y Literatura en la Escuela Normal 8. 
Ese año Quiroga compraría 185 hectáreas en San Ignacio.

Algo más que dos fotos
“En cuanto a las ilustraciones, se excusa Lugones en la Introducción, he optado por concretarme a lo pertinente, aunque resulte de apariencia menos lúcida que esa vaga profusión, cuyo abuso constituye una enfermedad pública; pero este no es un libro de viajes ni una disertación amena.
Los dibujos y los planos que presento - entre los cuales sólo hay dos fotografías - tienden realmente el “ilustrar” el texto, sin esperar que el lector se divierta; por lo demás, los datos incluidos en él sobran hasta para guiar a los “turistas”, si su intrépida ubicuidad llega a derramarse por aquellos escombros...”


¿La selva o el río?
La expedición no se limitó a la parte argentina sino que abarcó las reducciones del Uruguay y el Paraguay. De los agradecimientos puede confeccionarse un mapa del recorrido seguido por Lugones, Quiroga y sus colaboradores. 
Figuran el gobernador de Misiones, el Juez letrado del Territorio, el administrador de Aduana, el jefe de Policía y los comisarios Silva, Rodríguez y Verón, de San José, Apóstoles y Concepción; el Juez de Paz de San Carlos, el administrador de Apóstoles, vecinos de Concepción, Saracura, Trinidad, Santo Tomé; comerciantes de Santa María, el cónsul argentino en Encarnación, una maestra de Jesús, y los cuidadores de las ruinas de San Ignacio. 
Se describen en detalle las ruinas del Norte de Corrientes, las del Sur de Misiones y las del Paraguay y con menos extensión, las de Mártires, Santa María la Mayor, San Javier y San Ignacio.

Por qué no San Ignacio
“De las reducciones argentinas tan maltratadas por la guerra, escribe Lugones en la página 268, apenas queda otra cosa que paredes y como resto ornamental el pórtico de San Ignacio, popularizado por la fotografía y las descripciones de viajeros. Si se quiere hallar algo menos informe, es necesario internarse al Brasil y al Paraguay realizando fastidiosos viajes en que hasta la comida puede escasear. Los puntos más cercanos son San Nicolás y Trinidad.” 
Se le planteó a la expedición la disyuntiva en función de las complicaciones. Eran 70 kilómetros a lomo de caballo para llegar desde Posadas a Concepción, 60 por tierra para llegar a Trinidad, o por agua cruzando el Paraná a la altura de Corpus y de allí 15 kilómetros hasta las ruinas.
En la página 269 Lugones explica otras razones por las que excluyó San Ignacio: 
“San Carlos y Apóstoles son más sencillas; San Ignacio es la más visitada, ya existen decripciones y planos de Queirel y tiene un guardián de Estado”


El equipo fotográfico de Quiroga
El equipo transportado por Quiroga debió incluir una cámara de madera con fuelle, porta-placas, algunas cubetas, los reveladores químicos, los negativos, y tal vez una prensa para hacer el papel, lo que constituye un sacrificado esfuerzo de desplazamiento entre la densa vegetación. Súmese además las cambiantes condiciones climáticas que alteran los químicos, y la pobreza lumínica dentro del follaje selvático que perturbaría el momento de la toma “a ojo”, sin que se contase entonces con los favores de un fotómetro. 
No había emulsiones fotográficas sensibles a todos los colores y por ello, el proceso de revelado se hacía inspeccionando constantemente en la cubeta lo que iba sucediendo en la imagen sumergida. Las emulsiones ortocromáticas de principio de siglo XX no eran sensibles ni al verde ni al rojo, por ello, muchas veces las fotografías resultaban borrosas y  sólo servían como base para realizar posteriores grabados, que fue el destino que corrieron las fotos que Quiroga produjo desde la expedición. 
Hacia principios de 1900 una tradición cultural postulaba más aceptable el grabado que la fotografía, probablemente por el proceso artesanal que tenía parte en su creación, y porque se apartaba de lo seriado e industrial propio de las fotos, para llegar a la imnortalidad de la imprenta.
El Imperio Jesuítico incluye dibujos de columnas, una puerta decorada (de E. Escalante) planos de las reducciones visitadas y dos fotografías de santos tallados en madera, de buena resolución. Una muestra del trabajo del primer  Quiroga.

La selva siempre de fondo
La captura tecnológica de la selva con el artefacto fotográfico y el descubrimiento a través del lente de la cámara de un espacio, y del tema insoslayable que poco más tarde se leería en sus relatos con profuso uso de descripciones, metáforas e imágenes visuales, ensambles atractivos se adiciona a la literatura. Con los años Quiroga retornaría a la fotografía en su casa de San Ignacio. 
Aquel viaje de 1903 , con sus molestias y suplicios, quedaba grabado en la memoria del cuentista. Fuente http://www.territoriodigital.com/nota.aspx?c=8061693920982217

El Imperio Jesuítico de Leopoldo Lugones
COMPRALO EN http://www.ayconstanza.com/ensayo/el-imperio-jesuitico-de-leopoldo-lugones/

lunes, 1 de diciembre de 2014

El Chapulín Colorado y sus canciones


El Chapulín Colorado y sus canciones
¡No contaban con mi astucia! 
Cassette original años 80
Disponible en ayconsanza@gmail.com

#Chespirito

A raíz del éxito que alcanzaron los programas “El Chavo del Ocho” y “El Chapulín Colorado” en la televisión mexicana, a mediados de la década de los 70’s, varias compañías discográficas intentaron contratar a Chespirito como su artista exclusivo, sin ambargo, sólo Discos Polydor, Karussell, Fontana y Emmi, obtuvieron la firma del comediante y de otros compañeros: Quico y la Chilindrina.

Aunque aquellos primeros discos hechos de acetato (de los llamados L.P.) ahora son considerados joyas entre los coleccionistas, porque además de que contienen algunas canciones en voces de don Ramón o Angelines Fernández, que nunca se destacaron como intérpretes, ya son difíciles de conseguir en el mercado común de discos, a excepción de los de la Chilindrina, que manteniéndose vigente y renovada, ha seguido lanzando algunos nuevos discos con la marca Continental, ligándose al mismo tiempo a los ritmos y sonidos de la modernidad musical del nuevo siglo.

En el año 1976, la empresa Polydor con la compañía discográfica Fontana (México), se hacen cargo de presentar al mercado el primer LP oficial de Roberto Gómez Bolaños, con una recopilación de diez temas musicales interpretados por alguno de los personajes de Chespirito, entre ellos el Chapulín Colorado, el Doctor Chapatín y algunos personajes de la vecindad del Chavo.

Con el siguiente mensaje: “Polydor presenta dicho LP: Polydor S.A. de C.V. en su afán de brindar al público lo mejor de la comicidad, se enorgullece en traer hasta ustedes al mejor exponente del humorismo actual en su faceta musical. Para lo cual realiza el primer LP con la música infantil de la prolífica inspiración de Roberto Gómez Bolaños, interpreada por sus propios personajes”.


Canciones Lado A

El Chapulín Colorado
Hermano Francisco
Los Astronautas
La Juguetería
La Ciruela Pasa
Canciones 

Lado B

Los Payasos
Óyelo, Escúchalo
La Carcachita
La Gallinita
Un Año Más

Archivo Revista GENTE - Parte 1

  Consultas:  bibliotecalgttb@gmail.com   GENTE #749 Noviembre 1979 COMPRAR  https://ayconstanza.mercadoshops.com.ar/MLA-1691497982-gente-74...