sábado, 31 de mayo de 2014

Mas de cien años de IBIS de Vargas Vila

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IBIS DE VARGAS VILA 
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Una "educación sentimental" a comienzos del siglo XX
Cien años de Ibis, novela erótica y misógina de José María Vargas Vila . 
Por: Betty Osorio


Ibis, publicada en Roma en 1900, es una novela erótica considerada por Vargas Vila como su primera obra de arte. En ella, el escritor muestra cómo la obra de arte se nutre del erotismo. Además, el juego entre amor y muerte es otro de los referentes de esta novela que la relaciona con escritores europeos del siglo XIX como Péladan, Barrés y D'Annunzio. Adela es el personaje femenino alrededor del cual se construye la novela. En ella se reúnen rasgos como una belleza suma, una sexualidad desenfrenada y una negación de los aspectos éticos del sujeto. Por estas características, la obra atrajo especialmente a lectores hombres y jóvenes que encontraron en textos como éste respuestas a las inquietudes eróticas y estéticas que casi ningún otro espacio cultural asumía en la sociedad colombiana de comienzos del siglo XX . Por esta misma razón, la obra de Vargas Vila fue rechazada por los sectores más conservadores del país.

Contrapuesta a Adela se encuentra la figura del Maestro, un intelectual en contacto profundo con la cultura europea. Sobre él descasa la viabilidad para construir un sujeto confiable. Teodoro, el amante de Adela, es su discípulo. La dinámica de la novela está construida sobre este sistema de fuerzas opuestas que es visible a partir de la correspondencia entre Teodoro y el Maestro. Ello permite también que el lector conozca la mente lógica del Maestro, quien se constituye en un guía espiritual capaz del control de la pasión. En sus consejos y en su representación del sujeto femenino es fácil reconocer las ideas de filósofos como Nietzsche y Schopenhauer, quienes declararon abiertamente su misoginia en obras como Así hablaba Zaratustra y El amor, las mujeres y la muerte, respectivamente. La famosa expresión del primero que recomienda látigo para tratar a las mujeres, parece ser un referente obligado de esta obra. También en ella es posible rastrear la vida misma del autor, quien constantemente criticó a las mujeres como agentes de la perversión, tal como lo demuestra en El diario secreto.

Igualmente importante para entender este imaginario sobre la mujer es la cultura católica, cuyo tratamiento del tema proviene del mundo hebreo y de la tradición bíblica, con personajes tan importantes como Lilith, Eva, María Magdalena y Salomé. Estas dos influencias se encuentran y dialogan en el texto creando una intrincada red de símbolos con resonancias religiosas y filosóficas. Ibis es frontalmente misógina. La mujer es presentada como la enemiga más terrible del hombre, ya que ella es la culpable de su destrucción física y moral, lo cual puede tomarse como una reescritura de la expulsión del Paraíso. El personaje de Lilith, perteneciente a la mitología judía, también se sitúa en esta misma tradición; ella, como Adela, representa el instinto animal, el erotismo en su forma más primitiva y zoológica. Además, estos dos personajes, junto con Eva, representan la presencia del demonio siempre en acecho para perder al ser humano.

Vargas Vila construye su personaje de Adela teniendo como referencia el contexto anterior. En su comienzo, ella es una hacendosa novicia que ha sido educada en un convento de monjas. De esta manera su cuerpo adquiere unas características sagradas que la novela transgrede. Por la razón anterior, el matrimonio no se presenta como el espacio legítimo para el erotismo. Adela, al ser raptada y luego desposada por Teodoro, despierta a una sexualidad sin límites. Además, también pierde a su primer hijo, lo cual la hace renunciar al modelo maternal. Lo biológico en ella pasa a primer plano. Tanto Teodoro como sus múltiples amantes viven con Adela la experiencia del contacto con lo animal de una manera primigenia. Una especie de éxtasis biológico.

El título de la novela permite proyectar sobre la interpretación anterior un nuevo significado que la vuelve más compleja e interesante. Ibis es un pájaro de la mitología egipcia relacionado con los procesos de escritura. Vargas Vila asocia así su propio proceso de creación con el cuerpo espléndido de Adela. Ella es la fuerza artística indomada cuyo contacto es indispensable para el acto de creación. El vocabulario religioso para referirse a la experiencia de entrar en contacto con su cuerpo recuerda el Cantar de los cantares con su lenguaje altamente erótico para referirse al cuerpo de la esposa. El sexo y el arte se identifican como abismos donde sucumbe la voluntad y la razón del ser humano. Entrar en contacto con ambos fenómenos puede conducir a la muerte o al acto de creación que no estaría muy lejano de uno de reproducción.
El Maestro, al conocer que Teodoro no puede controlar la actividad sexual de Adela, quien emprende relaciones incestuosas con su cuñado, aconseja el asesinato de ella o el suicidio de él. Esto último sería la única manera de recobrar la dignidad masculina y de evitar el triunfo del instinto sobre la razón. Tal solución presenta la relación entre hombre y mujer en el marco de un enfrentamiento total, donde cada uno de los opuestos representa una categoría irreconciliable y en lucha mortal entre sí. Además, Adela, al adueñarse de su deseo y escoger con absoluta libertad a quién le entrega su cuerpo, está ejerciendo una libertad que tradicionalmente la sociedad ha otorgado al individuo masculino. Este control sobre su sexualidad la convierte simbólicamente en un ser andrógino que por su impureza representa la degeneración del sujeto humano, tanto hombre como mujer.

En Francia y en Inglaterra, la literatura y las artes plásticas se inspiraron en el tema de la prostitución. Personajes como Nana y Olimpia fueron el tema de novelas y de pinturas famosas. El arte reflejaba así una situación social, ya que los grandes centros urbanos presenciaron un auge de la prostitución, de tal manera que ésta se había convertido en una experiencia cotidiana y amenazadora para sus habitantes. Más aún, la prostituta se había convertido en el símbolo de las contradicciones sociales surgidas del seno de la sociedad industrial. Las enfermedades venéreas tenían sitiada la actividad erótica de la sociedad tal como hoy sucede con el sida. Aunque Vargas Vila no desarrolla la temática de la enfermedad venérea, sí recurre a veces al discurso médico para explicar la sexualidad. Además, presenta a Adela como un agente destructivo que por el lado materno recibe la influencia perniciosa de la prostitución.

La madre de Adela pertenece claramente a la tradición decimonónica de la cortesana y de la prostituta. Ella es una joven viuda cuyo cuerpo está asociado a un tipo de erotismo sin freno y lleno de peligro: fascinante, tempestuosa y sobre todo insaciable. Con ella el Maestro, cuando joven, tiene sus primeras experiencias eróticas que lo marcan para siempre. De esta relación nace Adela, en quien se van a reunir las tendencias tanto de su padre como de su madre. Esta fijación de la herencia nos recuerda la novela naturalista con su énfasis en factores genéticos para explicar fenómenos sociales como la prostitución.

La geografía de la novela hace alusión a un país tropical, con una economía semifeudal y donde se hace sentir el poder de la Iglesia. Vargas Vila evita el costumbrismo y en pocas ocasiones se hace referencia al lenguaje y a la vida local. Aun para referirse a las fiestas de Navidad durante la juventud del maestro, usa un lenguaje ultrarrefinado y salpicado de referencias estéticas. Sin embargo, esa geografía difusa se carga de connotaciones al relacionarse con el cuerpo de Adela. Entre ella y el trópico hay una relación de continuidad. El paisaje se llena de sensualidad: olores y formas propician el sentimiento erótico. Algunos críticos han señalado que la cabellera de Adela es la síntesis de la selva tropical, ya que alude a su profundidad y misterio .

El final de la novela se desarrolla como una caída muy rápida de Adela hacia el pecado. Teodoro decide matarla al encontrarla con un amante en su propia alcoba. Esta escena muestra a un individuo al borde mismo de la locura y de la muerte. Adela ha sido la causa que lo ha empujado a esa situación límite donde se pone en juego su dignidad de varón. Frente a esta mujer no hay opciones. La voces interiores de Teodoro le gritan que la mate. El honor, el derecho, la tradición le autorizan esa acción. Sin embargo, Teodoro termina matándose y todo el entramado de la novela indica que la culpable es Adela o, en términos generales, la mujer. Mujer y sexo se han presentado a lo largo de la obra como dos energías castradoras y destructivas que malogran los proyectos y posibilidades de los verdaderos actores de la sociedad que son los hombres. El clima existencial de la novela es de pesimismo y fracaso. A pesar de los consejos del Maestro, la degeneración y la derrota tienen cercados al ser humano prisionero de sus instintos; la única manera de triunfar sobre ellos es la muerte o el arte.

En Ibis, el peligro de lo femenino no funciona como un cliché gastado de la mujer fatal, sino que por el contrario está vivo página tras página, asociado a los temas principales de la novela y recreado en un lenguaje voluptuoso y poético. La tensión entre el objeto estético y el objeto de muerte tiene un poder enorme de seducción para el lector que, después de cien años, sigue percibiendo en su juego semántico un inmenso potencial para interpretar sus propias dimensiones estéticas y eróticas.

 Fuente: http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/revistas/credencial/mayo2000/125cien.htm

viernes, 23 de mayo de 2014

Rodolfo Fogwill

Fotografía de Diego Sandstede

PRIMERAS EDICIONES DE FOGWIL, NOTAS, LIBROS Y MÁS EN
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Había una vez que yo soñé algo y lo olvidé. Ese sueño y sus no imágenes me siguen hasta hoy, cuando han pasado casi treinta y nueve años. A eso se llama vivir, o haber vivido, pendiente de un olvido. Es natural ahora, cuando el olvido roe las neuronas, pero aún recuerdo que aquella vez, hace casi cuarenta años, soñé y olvidé y desde entonces pienso que el grueso de la memoria se compone de cosas negras hechas de puro olvido. La memoria está llena de olvido, llena de olvido, vacía de sí, llena de olvido, casi hecha de puro olvido. Uno mismo termina hecho de puro olvido. La idea era recordar los sueños. (...)
FOGWILL



martes, 13 de mayo de 2014

La pena de vivir así de Luigi Pirandelo

Fragmento: ...Aquellas sillas vacías, fuera de sus sitios, parece que preguntan asustadas el porqué de su desorden; qué han venido a hacer aquellas señoras; si realmente tenían necesidad de hacer aquella visita. ¡Ah!, parece que sí, que existe esa necesidad de saber qué da la vida a los demás, o cómo es la vida para los demás, qué piensas y qué dicen. Necesidad de vivir fuera, en esta curiosidad por la vida del prójimo, para llenar el vacío de la nuestra, para distraerse del fastidio, de los trabajos y afanes que nos acarrea. Y así, pasar el tiempo. ¿Ha sucedido una desgracia?, ¿un hecho extraordinario? ¿Cómo?, ¿cómo se explica? Se corre a ver, a oír. ¡Ah!, ¿es así? ¡No, no! ¡Así no puede ser! Entonces, ¿cómo? Y cuando no sucede nada, es el tedio, el peso de las ocupaciones habituales. Y la angustia de ver, como ahora lo ve la señora Leuca a través de los cristales, la angustia de ver morir lentamente la luz crepuscular...
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lunes, 5 de mayo de 2014

El sueño de Rousseau

El sueño (en francés: La Rêve, a veces también conocida como Le Songe o Rêve Exotique) es una gran pintura al óleo obra de Henri Rousseau. Rousseau la pintó en 1910, y es una de las más de 25 pinturas con un tema de selva. Fue el último trabajo que logró completar, se exhibió por primera vez en la Salon des Indépendants entre el 18 marzo al 1 de mayo 1910, pocos meses antes de su muerte el 2 de septiembre de 1910. Las primeras obras de Rousseau no habían sido bien recibidas, pero el poeta y crítico Guillaume Apollinaire comentó sobre el debut de "El sueño": "La imagen irradia belleza, ello es indiscutible. Creo que nadie se reirá este año."

El sueño es la más grande de las pinturas de la selva, mide 204,5 x 298,5 cm. Presenta un retrato casi surrealista de Yadwigha (Jadwiga), la amante polaca de Rousseau desde su juventud, desnuda sobre un sofá a la izquierda del cuadro, mirando por encima de un paisaje de follaje selvático exuberante, incluyendo flores de loto, y animales, incluidos aves, monos, un elefante, un león y una leona y una serpiente. Las formas estilizadas de las plantas de la selva se basan en observaciones de Rousseau en el Museo de Historia Natural de París y su Jardin des Plantes. El brazo izquierdo del desnudo señala a los leones y un negro encantador de serpientes que se enfrenta el espectador tocando su flauta, apenas visible en la oscuridad de la selva bajo la tenue luz de la luna llena. Una serpiente de vientre rosado se desliza a través de la maleza, su forma sinuosa refleja las curvas de la cadera de la mujer y su pierna.

Ante la sospecha de que algunos espectadores no entendían la pintura, Rousseau escribió un poema para acompañarla titulado, Inscripción pour la Rêve:

Yadwigha en un hermoso sueño
Se ha dormido suavemente
Oye el sonido de un piccolo oboe
Interpretado por un bien intencionado encantador [de serpiente].
Mientras la luna se reflejaba
En los ríos [o flores], los árboles verdes,
Las serpientes salvajes escuchan
Las alegres melodías del instrumento.

ESTA Y OTRAS OBRAS DEL ARTISTA EN EL LIBRO: 
http://www.ayconstanza.com/arte/la-obra-completa-de-rousseau-hacia-1844-1910-coleccion-maestros-de-la-pintura/

EL CUADRO MÁS BELLO DEL MUNDO


VERMEER Y PROUST
EL CUADRO MÁS BELLO DEL MUNDO
París, 1921. El escritor Marcel Proust descubre en el periódico las excelentes críticas de una exposición de pintura holandesa en el Jeu de Paume. En contra de su costumbre, se levanta temprano para acudir junto a J.L. Vadouyer, crítico y conocido suyo. Su llegada es accidentada. Primero sufre un mareo al bajar la escalera y mientras recorre la exposición con paso vacilante tiene que ser sostenido por su amigo. Pero cuando se sitúa frente a la “Vista de Delft”, de Vermeer , no puede sino confirmar lo que había sentido la primera vez que lo vio, hace veinte años , en la Haya: “Entonces comprendí que estaba contemplando el cuadro más bello del mundo”.

La sombra de Vermeer se filtra por toda la obra de Proust. En su búsqueda incesante para conseguir atrapar el tiempo, encuentra en la obra de Vermeer un reflejo parecido a sus inquietudes. Porque las pinturas de Vermeer son instantes eternos. Al mismo tiempo que dan la impresión de serenidad y quietud, entendemos que todas ellas desprenden una sensación de fugacidad: El astrónomo que levanta un momento la vista del mapa, la mujer que se vuelve como requerida por una llamada, la criada que vacía el jarro de leche… Sin duda no es casualidad que siempre que se aluda a Vermeer salga a colación su relación con la cámara oscura. Es que la aprehensión de esos gestos nos recuerda instintivamente a las instantáneas fotográficas. Ninguno de sus modelos podría posar horas, ni siquiera minutos, porque los gestos que capta son momentáneos. Y los congela, como le gustaría hacer a Proust.

Mas info y fotos sobre este libro en http://www.ayconstanza.com/arte/la-obra-completa-de-vermeer-hacia-1632-1675-coleccion-maestros-de-la-pintura/

Tondo Doni de Miguel Angel

TONDO DONI DE MIGUEL ANGEL
Miguel Ángel trabajó su primera etapa en Florencia, bajo la protección de los Médici, especialmente como escultor. En esta ciudad recibió el encargo de la poderosa e influyente familia Doni para realizar una Sagrada Familia, que el artista inscribió en un círculo (tondo). De ahí el sobrenombre con que se conoce a este cuadro. La formación como escultor de Miguel Ángel determinó el aspecto de sus figuras, que parecen de una raza de gigantes y cíclopes. Asimismo, pese a lo temprano de la fecha, la complejísima estructura de la composición anuncia el Manierismo, del que se le considera precursor. La estructura se basa en una curva helicoidal, que prácticamente no había sido empleada hasta ese momento. La base de la curva es la Virgen, con unas poderosas piernas que recuerdan los mantos y las vestiduras de las sibilas en su obra de 1509-1511 en la Capilla Sixtina. María se gira sobre sí misma hacia su derecha para recoger o entregar al Niño a San José. El Niño se encuentra en ese famoso "equilibrio inestable" que caracteriza las figuras del artista, tanto en pintura como en escultura. San José continúa el movimiento espiral, balanceando el cuerpo esta vez hacia la izquierda, en cuclillas, sin apoyarse de manera segura en ninguna parte, una pierna abierta para prestar apoyo al Niño y otra para sostenerse a sí mismo. El efecto es de movimiento, inestabilidad, de grupo apilado que puede derrumbarse en cualquier momento y sólo se sostiene merced a la increíble fuerza que emana de todos ellos. Como decimos, esta composición era inusual en la época; sin embargo, el rasgo más controvertido del Tondo Doni es el friso de desnudos que hay en el fondo. ¿Qué significan todos esos jóvenes de belleza atlética tras la Sagrada Familia? Se han interpretado como una alusión a la Edad Dorada del hombre, ese estado paradisíaco que los filósofos griegos creían anterior a la civilización. En la Edad Dorada, como en el Edén cristiano, el hombre estaba en contacto directo y en gracia con la Naturaleza y no requería vestidos, ni herramientas, ni armas. Dada la influencia del neoplatonismo en los círculos intelectuales florentinos, es probable que Miguel Ángel esté cerrando el círculo que se inició con el paraíso de la filosofía griega (pagana) y que finaliza con la llegada de Dios al mundo, que devuelve la perfección perdida.


Mas info y fotos http://www.ayconstanza.com/arte/la-obra-completa-de-miguel-angel-hacia-1475-1546-coleccion-maestros-de-la-pintura/

La Venus de Urbino de Tiziano

LA VENUS DE URBINO DE TIZIANO 
Una de las obras más espectaculares de Tiziano, realizada durante su estancia en la Corte de Urbino. La Venus fue adquirida por Guidobaldo della Rovere, el hijo del duque de Urbino, haciéndose diferentes interpretaciones; se ha considerado como una alegoría nupcial en clave neoplatónica, un retrato de la esposa de Guidobaldo que acababa de abandonar la pubertad o sencillamente el retrato de una conocida cortesana de la ciudad. No tenemos datos fidedignos que avalen ninguna de las hipótesis, lo que motiva desconcierto entre los especialistas. Es la primera ocasión en que Tiziano pinta una figura de Venus, mostrándola en un interior, situada sobre un diván tapizado en rojo cubierto con una sábana blanca. En primer plano, dirige su mirada al espectador con cierta provocación. En su mano derecha porta unas flores mientras que con la izquierda cubre su pubis. Sus rubios cabellos caen sobre sus hombros, creando una figura de evidente clave erótica. Se trataría de una representación real de alguna mujer concreta, de carne y hueso, olvidando imágenes que muestran el ideal de belleza. Al fondo apreciamos la estancia contigua con una ventana que permite ver el cielo y un árbol. Dos jóvenes se afanan en buscar ropas en un arcón, siendo esta escena un precioso complemento a la figura desnuda. Tiziano dirige un potente foco de luz sobre el cuerpo de Venus, otorgando así mayor veracidad al conjunto. La claridad de la carnación y las telas blancas sirven de contraste con la pared sobre la que se recorta la mitad superior de la joven y con la tela del diván. El maestro no ha olvidado la preocupación por la perspectiva, perfectamente creada a través de las baldosas, la columna del fondo y el árbol. Esta Venus es la figura de mayor belleza salida del pincel de Tiziano. 


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El lisiado de Ribera

RIBERA /// El pie varo o El lisiado o El zambo es una de las pinturas más conocidas del pintor español José de Ribera. Está realizado en óleo sobre tela, y fue pintado en el 1642. Mide 164 cm de alto y 92-94 cm de ancho. Es un ejemplo del crítico realismo de la escuela española del Siglo de Oro.

Se exhibe actualmente en el Museo del Louvre de París, gracias al legado del coleccionista Louis La Caze (1869), que incluyó otras obras maestras como Betsabé de Rembrandt. Antes de ingresar en las colecciones del Louvre se le llamó “El enano”, pues el personaje representado lo parece.

Historia
Se ha creído durante mucho tiempo que fue pintado para el virrey español de Nápoles, el duque de Medina de las Torres. No obstante, en la página web del Louvre se señala que debió ser un encargo de un comerciante flamenco. Los pintores flamencos habían acostumbrado a sus compatriotas a representaciones de mendigos, y por ello los comerciantes flamencos encargaban este tipo de cuadros a pintores españoles.



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La oración en el huerto de El Greco

EL GRECO /// La Pasión de Cristo es uno de los temas más atractivos para El Greco. La espiritualidad de los diferentes momentos ha sido perfectamente captada por el pincel del cretense, especialmente la Oración en el huerto. Jesús aparece sumido en un profundo éxtasis, arrodillado delante de una puntiaguda roca que sirve para enmarcarle. Eleva su mirada hacia el ángel de alas semidesplegadas que porta un cáliz en su mano izquierda y se lleva la derecha al pecho. En la nube sobre la que se posa parecen refugiarse los tres discípulos dormidos, en posturas tremendamente escorzadas. Al fondo se vislumbra a Judas guiando a las tropas romanas que prenderán a Jesús. La luna entre nubes ilumina una parte de la escena, que se desarrolla en un paraje especialmente árido, sin apenas elementos vegetales. El principal foco lumínico procede de la izquierda, siendo una luz sobrenatural que llega con el ángel. Ese foco convierte los colores carmines y azules de la túnica y el manto de Cristo en blanco, allí donde incide con mayor fuerza. Sería una muestra más de su fuerte vinculación con la Escuela veneciana, en la que se inspiraría a la hora de representar el tema. Tiziano, Tintoretto o Bassano también habían realizado obras con esta temática que sirvieron de punto de partida a Doménikos. La dependencia del Manierismo se aprecia en algunas notas cromáticas y en el escorzo de los discípulos, encontrándose restos de su bizantinismo juvenil. A pesar de estas influencias, El Greco resuelve la escena con un lenguaje totalmente personal, saliendo muy airoso del envite.

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Archivo Revista GENTE - Parte 1

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